“Johnny Chico”, una obra de los ’90 sobre la marginación, muy necesaria en la actualidad
Escrita en los años ’90 por el
dramaturgo australiano Stephen House, “Johnny Chico” se mantiene llena de
actualidad casi treinta años después. En el momento de su creación, el autor
quiso abrir las mentes más conservadoras abordando tabúes como la orientación
sexual o la identidad de género. Ahora, el director valenciano Eduard Costa ha
adaptado la pieza y la ha llevado al Teatro Lara (Madrid), donde el actor Víctor
Palmero da vida al
protagonista y a otros nueve personajes cada sábado. Se trata de un monólogo
tristemente necesario en el pleno siglo XXI, teniendo en cuenta los recientes
delitos y crímenes de LGTBIfobia acontecidos en todo el país.
¿Quién es Johnny Chico? Ni él mismo
sabría responder a esta pregunta, ya que es la duda personificada. En la obra
lo vemos como un joven marginal, que esconde su verdad bajo el disfraz de tipo
duro. El condicionante social, junto con sus complejos, lo conducen a vivir en
contra de lo que realmente desea. Tiene novia, pero le gusta su amigo Gato, y
no se atreve a decírselo, pues una de sus principales aficiones es pegar
palizas a homosexuales. Johnny es también un adolescente atormentado por los
traumas de la infancia: su padre era alcohólico y maltratador. Su madre, la
única persona que le mostraba afecto, muere tras una larga enfermedad. Todo
esto se desarrolla en un pequeño pueblo, en el que se siente incomprendido.
Al no encajar en su localidad natal, el
protagonista prueba suerte en la gran ciudad. Es allí donde comienza a explorar
sus límites y a encontrarse a sí mismo, pero donde también entra en una espiral
de autodestrucción. Cada noche, acude a locales gais donde se divierte y liga
con chicos, a la vez que coquetea con las drogas. No encuentra trabajo, así que,
para conservar ese tren de vida, ofrece su cuerpo a cambio de dinero. En su
proceso de autodescubrimiento, debuta en un espectáculo como travesti, hasta
que termina identificándose con el género femenino. La historia de Johnny es
emotiva y muy real. En definitiva, nos muestra la búsqueda constante de la
aprobación de los demás para aceptarse a uno mismo, en una sociedad que rechaza
a quienes se salen de los cánones establecidos.
Víctor Palmero encarna el papel de
Johnny y los demás personajes de forma sublime. Aun contando con una
escenografía simple, durante los 80 minutos que dura la función no deja espacio
para el aburrimiento: se mantiene enérgico y capta la atención del espectador
en todo momento. El éxito de Palmero ha sido tal que las funciones han pasado
de la sala Lola Membrives -más pequeña- a la principal, Cándido Lara.
Las entradas cuestan entre 15 y 22 euros
y se pueden adquirir en la web del Teatro Lara.
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